Descalcificación

La descalcificación es un intercambio de iones minerales. Los iones de calcio y de magnesio, responsables de la dureza, son sustituidos por iones de sodiom formado el carbonato sódico, el cual no precipita. Este intercambio se consigue haciendo pasar el agua por un lecho de pequeñas resinas de intercambio iónico, parecidas a la arena. Es decir, se trata de un proceso sencillo y natural que no requiere de aditivos químicos ni sustancias artificiales.

Explicado de forma más técnica, habría que precisar que los iones calcio y magnesio son iones divalentes, que quedan retenidos en la resina. En su lugar se desprenden dos iones sodio y de esta forma las cargas en la molécula permanecen neutras.

El proceso de descalcificación continúa durante días hasta que la mayor parte de los iones de sodio de la resina se han intercambiado. En ese momento se pierde la capacidad para retener por completo los iones de calcio y magnesio, por lo que se hace necesario llevar acabo un proceso de regeneración. Para ello se utiliza un depósito de salmuera, mezcla de agua con sal, mediante la cual se vuelve a recargar la resina de los iones de sodio. Aunque la resina tiene más afinidad por los iones de calcio y magnesio, la elevada concentración de iones de sodio que se produce con la regeneración hace que éstos desalojen a los de calcio y magnesio, que se evacuan por el desagüe. Los equipos de descalcificación cuentan para este fin con un depósito para la sal, que se suministra en forma de pastillas.