Decloración
La decloración de las aguas residuales consiste en la eliminación de todo el cloro residual combinado. Con el cloro reaccionan muchos compuestos orgánicos, algunos de estos compuestos pueden ser altamente tóxicos para la flora y la fauna del medio en que se vierten las aguas. Algunos estudios han llegado a la conclusión que las aguas cloradas después de un tratamiento biológico o de precipitación química, aumentan de toxicidad, de aquí la necesidad de la decloración, para eliminar todos estos posibles compuestos tóxicos. Los mejores agentes de decloración son el dióxido de azufre y el carbón activado. También se pueden utilizar el sulfito sódico y el metabisulfito sódico.
1. Decloración con dióxido de azufre. El dióxido de azufre es un gas incoloro, de olor picante típico y reductor. Si se satura el agua con dióxido de azufre, existe fundamentalmente este gas, una bajísima concentración de ácido sulfuroso, algo de bisulfito y muy poco sulfito. Si el medio es básico, la transformación de dióxido de azufre en los compuestos mencionados será mayor. Todos los compuestos acuosos que se forman son reductores, de ahí la reacción con el cloro y los compuestos clorados, dado el carácter oxidante de estos. En consecuencia, el SO 2, SO 3H 2, SO 3H - y el SO 3 =, reaccionaran sucesivamente con el cloro libre, cloraminas, tricloruro de nitrógeno y compuestos policlorados.
2. Adsorción con carbón activado. El proceso por el cual los iones, o las moléculas, son retenidos sobre la superficie de un sólido. El sólido recibe el nombre de adsorbente y la sustancia que es absorbida el nombre de adsorbato. El carbón activo es adsorbente utilizado en el tratamiento de aguas residuales y su principal aplicación se encuentra en el refino de las aguas procedentes de tratamientos químicos o biológicos. La decloración mediante adsorción sobre carbón activado proporciona una completa eliminación tanto del cloro residual libre como del combinado.